La calle- por donde nos salimos de nuestras casas al mundo común, público- no solo es un lugar de tránsito, sino que también allí se cocinan otras cosas, lógico, es allí donde nos encontramos con otros a los que la dinámica propia del capitalismo les imprime una función a desempeñar (Comerciantes, Choferes de colectivos, Taxistas, Alumnos, Profesores, indigentes, asalariados, desempleados, Etc.). Esta mixtura propiamente heterogénea de la calle trae aparejada la condición del conflicto, propia de la interacción entre estos actores, cuyas funciones encuadradas no siempre encajan con sus aspiraciones o demandas a nivel colectivo. Este dialogo continuo entre estos actores y la calle trae aparejada además distintas visiones o interpretaciones sobre cómo debe ser esta última, partiendo del axioma de que la calle es de todos y para todos. De este razonamiento, se pueden desprender al menos dos interpretaciones de a quien incluye o excluye estos “todos”.
Por un lado, una que caracteriza a la calle como un lugar de
tránsito, de paso, de conexión entre dos ámbitos privados, como pueden ser de
la casa al trabajo o al bar o a donde sea. Aquí el conflicto entre actores es
desplazado, ocultado, “la calle es para transitarla, no para cortarla”. Cualquier
interrupción a ese tránsito vinculada a la disputa de luchas políticas, es vista
como una violencia ajena a lo que debería ser la calle, es decir, como un
elemento disruptivo que atenta contra como debería ser la calle. Esta vinculación
entre la calle y el transito reducida a un carácter únicamente de paso, efímera,
puede ser caracterizada como la visión del ciudadano como mero peatón.
Por otra parte existen actores políticos nucleados (o no) en
organizaciones políticas, que hacen del uso de calle no solo un lugar de tránsito
sino además, para utilizarla como escenario para visibilizar sus luchas o
demandas hacia el Estado u otros actores. Ellos ejercen esa violencia por medio
del corte de calle, como medio para mostrarse y dar cuenta de que ese mismo orden es solo orden en la medida que contribuye al sostenimiento de un status quo
del que ellos son excluidos o recluidos en la órbita de lo invisible (Trabajo
en negro, salarios precarios, despidos, cuestiones de género, etc.). Esta visión
amplia, que trasciende la mirada del peatón puede ser ilustrada por la figura
del piquetero, que usa la calle para visibilizar las luchas que lo arrojan
hacia ella junto a otros compañeros haciendo un uso pleno del escenario callejero.
Frente al peatón y el Piquetero se encuentra el Estado, que
se posiciona por encima de estas dos figuras y puede actuar, en mayor o menor
medida, como interlocutor o como represor de los piquetes. A la vez que puede
replegarse en un pueblo movilizado y callejero
a través de un culto hacia la despliegue en actos públicos, movilizaciones
o celebraciones o bien desalojar la calle, esterilizarla
de cualquier elemento que dé cuenta de esa heterogeneidad y de esos
conflictos propios de las ciudades.
En nuestra coyuntura actual, el nuevo gobierno comienza a
evidenciar una tendencia a tomar el discurso del peatón para invisibilizar reclamos
y actores, deslegitimarlos -y en última instancia- despolitizar la calle,
convertirla en un lugar de mero transito, a través de una atomización de los
colectivos que componen la sociedad por medio de prácticas comunicacionales que
apelen a la sentimentalidad de los individuos y que se instrumentan a través de
redes sociales, lejos de las calles y las multitudes.
Frente a esto, me parece importante, a modo de conclusión,
reivindicar la calle como escenario de disputas políticas, piqueteros podemos
ser todos y la calle no es un simple lugar de tránsito, allí también se cocinan
las decisiones que después castigan o
empoderan a los pueblos.
Coincido en lo que decis. El espacio publico como lugar de conflicto, donde se da lugar a la lucha de clases. El estado como gran interesado en invisibilizar el conflicto utiliza como primera estrategia el miedo, obviamente con una alianza mediatica. Cada vez el espacio privado y publico esten más separados, o existan los llamados "No lugares" es decir sitios globalizados.
ResponderEliminarMuy bueno Fede! reapropiemosnos de lo que nos pertenece sin olvidar que también lo personal es político.
ResponderEliminarExcelente artículo. Bienvenido el debate sobre "la calle" que queremos.
ResponderEliminarQuerrá la mayoria el modelo "peaton" o el " piquetero"...?