A poco más de 6 meses para que arranquen las elecciones tanto en CABA como a nivel nacional los distintos candidatos de cada uno de los distintos frentes/partidos comienzan a confeccionar discursos asesorados por sus equipos de marketing. Algunos más otros menos, en líneas generales he percibido que los 3 principales candidatos a la presidencia (Macri, Massa, Scioli) coinciden en apuntar a aspectos comunes en sus respectivos discursos que, desplazan el eje central de la decisión política soberana a un segundo plano y lo reemplazan por el término vedette del momento: La Gestión.
La gestión no lo es todo, uno puede hablar de mejor gestión,
por ejemplo, en una empresa. En cualquier caso, de ámbitos privados que arrojan
ganancias y dividendos a ser asignados entre los dueños de la misma. Si bien el
Estado también es eso, es secundario. Poner por encima del político al gestor
argumentando por ejemplo que “El Estado tiene
que estar al servicio de la gente y no de los intereses de la política” (Macri) o pensar que entregar una provincia desendeudada (Scioli)
es sinónimo de éxito en la esfera pública, es incurrir en un error.
La liviandad, el pluralismo, la indiferencia
como cualidad positiva, el lenguaje informal y canchero de algunos candidatos,
nos dicen mucho de la Argentina que se nos viene: Este tipo de discursos,
despersonalizados, escondidos entre el “todos” y a la vez utilizando al “vos”
para intentar generar falsos vínculos entre políticos y electores deschavan
formulas que apelan mas al juego de artificio sintáctico que a las acciones políticas
concretas. Alejados de la arena política, nos ocultan definiciones e ideologías
detrás de una cortina de humo. Pero sobre todo nos quitan el derecho a saber de
que van y por que votarlos.
La política no es solamente
gestión y es importante reconocer esto. Un país no es una empresa y así como en
una empresa te pueden echar si haces mal tu laburo, un dirigente político no
puede dar por satisfactoria su gestión solo por tener todos los números en
orden, la ciudad patrullada o vigilada por cámaras en cada esquina. Lo público
excede a lo privado, lo supera, lo trasciende. Encarar la dinámica
sociopolítica de un país como una planilla de Excel con dividendos, saldos y
deudas es subestimar al que deposita su confianza en un dirigente político. Ser
ciudadano no solo es ser contribuyente, no solo es ser una cifra. El Estado no
es un kiosko ni una ventanilla que absorbe demandas y de soluciones, el estado
es una herramienta de transformación pública.
Lo político nos afecta a todos y
no solo a las partes.
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